La ropa de calle ha adquirido un protagonismo central en los lanzamientos de camisetas. Tanto es así que hoy nos impacta un posado con futbolistas vestidos de corto. ¿Tuvieron que hacer la sesión de fotos a toda prisa?, pensamos. Amplios pantalones de tweed conviven con poliéster. Incómodos mocasines lucen donde ayer había botas de tacos.
Existe cierta incongruencia en el lenguaje visual de los estrenos. No se trata de la de distancia respecto al terreno de juego, ya absorbida con creces por el consumidor, sino de un mood variable de las marcas que puede leerse como capacidad de sorprender (vaso medio lleno) o ideas confusas (medio vacío).
Aunque casi siempre se nos impone un imaginario retro que ya cansa, de vez en cuando y sin aparente hilo conductor entra en escena un futurismo de pasarela que despista y a la vez refresca. El denominador común que pone de acuerdo a nostálgicos con poder adquisitivo y adolescentes a los que fidelizar es el omnipresente streetwear: camisetas que puedes, debes, tienes que llevar.
Posiblemente, el fenómeno de acercamiento entre ropa de calle y prendas de juego ha tocado techo este verano. La asimilación es completa. Que una moda toque techo nunca significa que mañana desaparezca. Clubes y webs de e-commerce mostrarán las camisetas junto a vaqueros y otros accesorios por mucho tiempo. Pero cada día está más cerca el momento en que nos venderán un lanzamiento con los protagonistas en pantalón corto y el claim 'volvamos al campo'. Aquí lo leyeron primero.
Zona Vaqueros Rotos
Esta fusión de calle y césped, moda y deporte, ocio y competición se encuentra oficialmente en la que yo denomino Zona Vaqueros Rotos. Nada grave, Doctor. Sucede con casi todas las tendencias. En 2016 ya había más rotos en unos vaqueros rotos que vaqueros en unos vaqueros rotos. Releed la frase y lo entenderéis. Algo parecido ocurrió con la celebración de los brazos cruzados. Su ubicuidad hizo que hacia 2019 fuese más desafiante y revolucionario no cruzarlos para celebrar un gol que hacerlo.
En 2022, el lanzamiento de las Nike Phantom Ultra Venom me hizo pensar en el momento Vaqueros Rotos que viven las botas negras. Con el mercado saturado de colorines —es importante el tono peyorativo—, hay que dar la vuelta al calcetín para sorprender. De repente, la suela brilla. Lo que no se ve. Me sigo preguntando por qué no hay más futbolistas, quiero decir marcas, que apuesten decididamente por el negro como color identitario en los pies.
Volviendo a los trozos de tela™ del verano, sería imposible esbozar un Top 10 de camisetas que mejor mezclan con streetwear. La mayoría de casacas se conciben, se lanzan y a la postre se imaginan y consumen con ropa callejera. El choque llega, insisto, al ver a los jugadores con el pantalón de juego, ese gran desconocido en muchos posados.
El periplo 2018-2023 —año arriba, año abajo— no será recordado por la generación espontánea de diseños. Las firmas, estoy convencido, tienen ganas de mirar hacia adelante. Pero revisar el pasado paga las facturas. Me imagino un debate interno entre el equipo de diseño, deseoso de implementar nuevos trazos, y el de marketing, recordando que pulsar la tecla nostálgica garantiza ventas. En algo están de acuerdo: presentar el producto en un contexto casual, estiloso, de calle más que de campo.
La camiseta de juego cierra así un círculo que comenzó con fabricantes como Admiral hace más de 40 años. Las entonces llamadas réplicas empezaron a diseñarse para lucir con vaqueros, en la grada, en el parque o en el pub. Cuántas vueltas para volver al mismo sitio.